Sacar dinero de la cuenta de otra persona sin su consentimiento es estafa

Las personas solemos ser confiadas por naturaleza, y tendemos a relajar nuestra actitud cuando nos hallamos con personas que consideramos de nuestra confianza, haciéndoles partícipes de ciertas informaciones privadas, como el número secreto de la tarjeta bancaria. Esto es aún más común en las relaciones de pareja, en las que incluso se comparten las cuentas bancarias y, por tanto, muchas veces también las tarjetas y las cartillas. Pero, ¿qué pasa cuando la relación se rompe? No son pocas las ocasiones en las que la falta de precaución nos hace no cambiar las contraseñas y números secretos que habíamos compartido con nuestra pareja, pudiendo esto ponernos en una situación de vulnerabilidad.

Este es el caso de un señor de Santander que, tras divorciarse de su esposa, no cambió el número PIN de la cartilla bancaria. De alguna manera desconocida, la exesposa se hizo con la cartilla, y aprovechándose de que conocía el número, extrajo dinero de la cuenta en dos ocasiones, 400 euros y 250, respectivamente. Cuando el exmarido acudió a la entidad bancaria a poner al día la cartilla descubrió ambas extracciones sorprendiéndose por desconocerlas. En las cámaras de seguridad del banco se puede ver a la señora extrayendo el dinero del cajero automático.

Ante este descubrimiento, el perjudicado decidió interponer una denuncia. En la sentencia del caso, la juez considera probados los hechos que hemos contado más arriba, condenando a la denunciada por un delito continuado de estafa tipificado en el artículo 248 de nuestro Código Penal, con relación al artículo 74, y con la pena de un año de prisión e inhabilitación para el derecho de sufragio pasivo durante el tiempo de la condena. Además, como responsabilidad civil, le impone el pago al denunciante de la cantidad de 650 euros por los daños y perjuicios causados, que fue el total extraído por ella de la cuenta bancaria.

Es decir, según nuestras leyes penales aquél que, con ánimo de conseguir un beneficio, utilice un engaño bastante para producir el error en otro, consiguiendo que realice un acto de disposición que de otra manera no realizaría, está cometiendo una estafa. En este caso, la mujer, con el ánimo de obtener un dinero que no le pertenecía, utilizó la cartilla de la que conocía el PIN para engañar al cajero automático que le entregó el dinero. Además, al realizarlo en dos ocasiones diferentes, se considera que existe una continuación del delito, lo que puede llegar a agravar el delito cometido y, por tanto, la pena que se aplicaría al mismo.

Así las cosas, y aunque la denunciada aseguró que fue su propio exmarido el que le solicitó que retirase ese dinero para llevárselo a él, ni la juzgadora de instancia, ni tras laapelación,la Audiencia Provincial de Santander en su sentencia 350/2017, de 17 de octubre, consideraron que esta versión se sostuviera, dado que además ella se acogió al derecho a no declarar en el juicio penal celebrado.

Finalmente, podemos concluir que en este caso se pudo probar que la mujer extrajo el dinero del cajero utilizando la cartilla del marido, gracias al circuito cerrado de vigilancia que existe en este tipo de instalaciones. Sin embargo, si en su lugar se hubiera tratado de una compra con tarjeta de crédito en un establecimiento comercial hubiera sido mucho más complicado establecer quién hizo el pago, y no hemos de olvidar que en multitud de ocasiones los vendedores ni siquiera nos solicitan la tarjeta simplemente somos nosotros mismos los que la insertamos en el TPV y tecleamos el código para el pago. Por ello, no nos queda más que recordar que hemos de ser prudentes con la custodia de nuestros números secretos y, siempre que sea posible, no comunicarlos a nadie, y para el caso de claves compartidas con nuestra pareja, solicitar claves nuevas en el momento en el que la relación se rompa.