¿Qué pasa con la custodia en las vacaciones?

Con la llegada de las vacaciones los padres separados empiezan a hacerse algunas preguntas sobre el estado en el que van a quedar las cosas con respecto a sus hijos y el otro progenitor durante esta etapa, como por ejemplo ¿qué pasa con la custodia en vacaciones? ¿Por qué se modifica? ¿Qué ocurre cuando el padre que tiene la custodia trabaja y el niño está de vacaciones? ¿Y los gastos extra que esto ocasiona? En nuestro artículo de hoy vamos a contestar a estas preguntas tan frecuentes.

A pesar de ser una duda muy común entre los padres, la custodia en las vacaciones realmente no se modifica, sigue el patrón fijado en la sentencia al igual que el resto del año, con la salvedad de que este patrón hace que parezca que la custodia se modifica. Esto se debe a que el régimen de visitas típico, el que suelen fijar todos los jueces, es que durante el periodo escolar (de septiembre a junio), el niño pasa con el progenitor no custodio los fines de semana alternos y un par de tardes a la semana. Sin embargo, durante las vacaciones el tiempo "libre" del niño se divide a partes iguales entre ambos progenitores, lo que da la apariencia de una modificación de la custodia. En el caso de las vacaciones de verano se genera aún más esa visión de modificación, ya que el hecho de que el verano se divida en dos largos periodos de un mes de estancia con cada progenitor hace que se convierta para los padres en una verdadera modificación de la custodia y de sus rutinas diarias.

Está claro que todos los padres quieren tener consigo a sus hijos, pero que el niño tenga vacaciones no quiere decir que el padre también las tenga, por lo que esta es otra duda frecuente de los padres, ¿cómo actuar en ese mes en el que el niño no tiene cole pero el padre se tiene que ir a trabajar? Por norma general los progenitores suelen organizarse con abuelos o incluso escuelas de verano para que el niño no esté desatendido durante el periodo laboral del padre, pero en caso de que esto no sea posible hemos de recordar que siempre se puede llegar a un acuerdo que beneficie a ambos progenitores. A título de ejemplo, imaginemos un padre que trabaja a turnos y tiene quinces días de vacaciones entre la última semana de julio y la primera de agosto, la madre tiene un trabajo con jornada intensiva de lunes a viernes y vacaciones las dos últimas semanas de agosto. En este caso podrían optar por dividir las vacaciones del niño de forma que durante los quince días de vacaciones de cada progenitor el niño esté con ese progenitor, y el resto de semanas en las que ambos trabajan, tratar de acoplar las estancias con uno u otro progenitor para que el tiempo que la madre esté trabajando esté con el padre y al revés. Como vemos no tiene por qué ser necesariamente el mes completo con cada uno de los progenitores siempre que ambos estén de acuerdo. Pero, ¿y si entre los padres existe mala relación? Pues en ese caso no quedará más opción que la de que el niño pase un mes con cada progenitor y cada uno de ellos se organice de la forma que mejor le convenga, con escuelas de verano, cuidadores, o cualquier otra opción segura para el niño.

¿Y qué ocurre con los gastos extraordinarios?

Y eso nos lleva a una última cuestión, qué pasa con esos gastos extras. Por regla general el convenio o sentencia establece que los gastos extraordinarios serán cubiertos al cincuenta por ciento por ambos padres, pero en ocasiones lo que uno ve como un gasto extraordinario el otro lo ve como un capricho innecesario. No existe un criterio único para decidir que gastos son "extraordinarios" y cuáles se consideran caprichos, por lo que antes de que surjan las dudas, lo mejor es pactarlos en el convenio de separación o divorcio. En el caso de que en su momento no se hiciera, si no hay acuerdo deberá acudirse al juez para que él decida. En cualquier caso, los gastos que sí se suelen considerar extraordinarios y que deben abonarse por mitad entre ambos son los gastos en guarderías, escuelas de verano, cuidadores o cualquier otra de esta índole, siempre que el progenitor con el que esté residiendo el niño se vea obligado a contratar este tipo de servicios de cara a no dejar al mismo desatendido durante la jornada laboral. Por tanto, no se tratará de un gasto necesario en el caso de campamentos de verano, ya que el progenitor podría hacerse cargo del menor durante parte de ese tiempo y si no lo hace es porque así lo ha decidido, pero no por sus obligaciones laborales.

Como bien se puede ver, esto de la custodia y los gastos "extraordinarios" en tiempo de vacaciones del niño es todo algo muy relativo. Dependerá sobre todo de la relación entre los padres, que siempre podrán alterar de común acuerdo, y por el bien del menor, las medidas fijadas en la sentencia de separación o divorcio.