Afrontar un despido

La inestabilidad laboral es uno de los defectos de nuestro mercado laboral. Muy pocos son los trabajadores que permanecen hasta la jubilación en una misma empresa como ocurría años atrás. Por ello, es conveniente estar preparados para enfrentarnos lo mejor posible a esta situación.

13 MAY 2011 · Lectura: min.
La extinción de un contrato laboral suele plasmarse en un documento, el finiquito, con labor liberatoria para ambas partes y acreditativo de la extinción

Son muchos los asalariados que se ven perjudicados por rescisiones de contratos de trabajo, cara a cara frente a un horizonte económico incierto, con reducción de ingresos y, además, psicológicamente dañados por este golpe a su dignidad. Debemos mantenernos alerta para que nuestros derechos como trabajadores no se vean vulnerados.

La extinción de un contrato laboral suele plasmarse en un documento, el finiquito, con labor liberatoria para ambas partes y acreditativo de la extinción. El recibo de saldo y finiquito es la prueba más contundente de que la relación laboral ha terminado. El hecho de que el trabajador lo firme no implica su acuerdo con el despido sino la aceptación de la liquidación. A veces, el empleado tiene también derecho a una indemnización que puede formalizarse en el finiquito o en un documento posterior. El trabajador puede oponerse a firmar el finiquito en cuyo caso no percibirá la cantidad que en él se refleje. Puede firmarlo y añadir "recibí no conforme". Deberá incluir todas las remuneraciones devengadas por el trabajador y todavía no percibidas.

Antes de firmar los papeles calcula que la cantidad sea correcta y que la documentación esté completa para evitar problemas al solicitar el desempleo. Consulta con tus representantes legales o un abogado cualquier duda que te surja. Por lo general, un despido improcedente tiene derecho a una indemnización de 45 días por año trabajado, con un límite de 42 mensualidades y se tiene derecho a una prestación por desempleo variable según lo cotizado como media de los últimos 180 días.

Es recomendable que aprovechemos el hecho de nuestro despido como un "cambio", no una tragedia, procurando que se transforme en una oportunidad para mejorar.

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