Lo difícil de ser abogado

Es una obviedad que la abogacía es una profesión vocacional. Sino, mira cuántos alumnos ingresan cada año en las universidades españolas y cuántos terminan realmente la carrera. La práctica jurídica con todo lo que eso conlleva (la presión de los plazos, la necesidad de tenerlo todo bajo control, la constante búsqueda de nuevos retos…) al final acaba por hacer del trabajo de los abogados, su vida.

Es perfectamente normal, entonces, que sientas en algún momento ganas de abandonar, envidia del compañero que está teniendo una buena racha o simplemente desazón por creer no estar llegando al éxito.

Parémonos un momento a hablar de la envidia puesto que es un sentimiento muy negativo pero, a la vez, muy humano. En la carrera por ser el mejor abogado, el que más casos ha ganado, el que mejores argumentos presenta… las envidias son de lo más común. Por eso conviene, de vez en cuando, hacer un parón en el camino y reflexionar sobre qué puedes mejorar o tal vez empezar a pensar algo más importante: qué es lo que estás haciendo bien y cómo potenciarlo.

Entre este tipo de competencias que hay que desarrollar se encuentra el liderazgo. Es imprescindible dotar a todos los abogados de tu bufete de la capacidad de liderazgo necesaria para afrontar cada nuevo reto. De hecho, los clientes buscan esa cualidad cuando deciden contar con tu ayuda. La falta de motivación impide realizar un trabajo conjunto y lograr metas a nivel de grupo e individuales. Estimular, movilizar y potenciar a tus profesionales son elementos clave en el camino hacia el progreso y el prestigio.

Si no sabes por dónde empezar a efectuar este cambio, existen los llamados coaches que son las personas especializadas en entrenar este tipo de capacidades. Ellos pueden darte las herramientas necesarias para lograr una meta, pensar diferente y actuar diferente.

Sabes lo difícil que puede resultar ser un buen abogado, ¡pero en tu mano está llegar a ser el mejor!