Vocabulario jurídico: ¿Qué diferencia hay entre asesinato y homicidio?

En nuestro ciclo de definiciones vamos a hablar hoy de la diferencia existente entre un homicidio y un asesinato, línea muy sutil en algunos casos.

19 MAR 2015 · Lectura: min.
Vocabulario jurídico: ¿Qué diferencia hay entre asesinato y homicidio?

En nuestro ciclo de definiciones vamos a hablar hoy de la diferencia existente entre un homicidio y un asesinato, línea muy sutil en algunos casos. A pesar de hallarse ambos regulados en el apartado "Del homicidio y sus formas" (arts. 139 y siguientes del Código Penal), cada uno de ellos tiene fijada una pena diferente.

En el caso del homicidio pena de prisión de diez a quince años y en el de asesinato de quince a veinte años. En primer lugar, el homicidio (art. 139 CP) consiste en matar a otra persona, el asesinato es una agravación del hecho, concurriendo además de la muerte una o varias de las siguientes circunstancias (art.140 CP).

  • Alevosía: nuestro Código Penal la define diciendo que "hay alevosía cuando el culpable comete cualquiera de los delitos contra las personas empleando en la ejecución medios, modos o formas que tiendan directa o especialmente a asegurarla, sin el riesgo que para su persona pudiera proceder de la defensa por parte del ofendido". Es decir, que se trata de dar muerte a la otra persona de forma que el agresor no tenga riesgo alguno que proceda de la defensa que pudiera hacer la víctima o con la búsqueda consciente de que el delito quede impune. Ejemplos de alevosía son el narcotizar a alguien para matarlo sin riesgo de que se pueda defender, esconderse en un lugar que asegure que la ejecución del asesinato va a ser súbita e inesperada, aprovechar las circunstancias de un lugar en el que por la hora o momento no exista riesgo de que nadie pueda auxiliar a la víctima, utilizar un disfraz para evitar el reconocimiento del agresor, aprovecharse de la relación de confianza que pueda existir con la víctima (por ejemplo, un menor confía en sus padres o incluso en los padres de sus amigos).
  • Precio, recompensa o promesa: como su propio nombre indica se trata de cometer el delito a cambio de recibir un dinero, una recompensa o una promesa de cualquier clase. El ejemplo más claro de esta circunstancia son los llamados sicarios, que reciben una cantidad de dinero a cambio de matar a la persona que se les diga. La recompensa o promesa funcionaria de la misma forma que el dinero, pero en que se concrete dependerá de las circunstancias de cada uno, por ejemplo una esposa puede prometer a su amante casarse con él si mata a su actual marido.
  • Ensañamiento: esta es la más clara de todas las circunstancias que convertirían el homicidio en un asesinato, pero a la vez la más difícil de identificar en algunos casos. Se trata de aumentar de forma deliberada en inhumana el sufrimiento de la víctima, causándole padecimientos innecesarios para la comisión del delito. Por ello es por lo que decimos que en ocasiones es la más difícil de identificar, pues causar la muerte de alguien ya de por sí le provoca un sufrimiento por lo que ¿dónde está el límite entre el sufrimiento "normal" para cometer el delito y el aumentar ese sufrimiento? En la mayoría de casos suele estar bastante claro, pero imaginemos que una persona para matar a otra le da 17 puñaladas, parece claro que se trata de un asesinato, pero dependiendo del orden de las mismas lo será o no, porque es posible que la primera de ellas causara la muerte y las demás ya no le causaran sufrimiento alguno pues el sujeto estaba muerto. Por tanto, en ese caso se trataría de homicidio, sin embargo si la muerte la causara tras varias puñaladas, o incluso con la última de ellas, se trataría de asesinato pues para matar a alguien no necesitas darle 17 puñaladas.

Como resumen final, teniendo en cuenta todo lo que hemos dicho, entre el homicidio y el asesinato la única diferencia es la mayor gravedad del asesinato, pues aunque en ambos casos se da muerte a un ser humano, en el caso del asesinato se hace de forma que se procure la falta de defensa de la víctima, facilitando el que no se reconozca al agresor, mediando precio, promesa o recompensa; o aumentando el dolor de la víctima de forma innecesaria.

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Escrito por

Jennifer Alarcón

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