¿Hasta dónde pueden llegar mis datos de Facebook?
Las redes sociales son un nicho por explorar cuyo alcance real es aún desconocido para nosotros, y que podría no ser inofensivo.
Cada día se descubren nuevos y potenciales usos de las redes sociales, algunos que no son precisamente muy beneficiosos para sus usuarios, pero de los que no pocas las personas que se aprovechan. El problema más grave lo podemos hallar cuando esos "usos" que se descubren, no son del todo legales e incluso suponen la vulneración de algún que otro derecho de los usuarios.
Sin embargo, en no pocas ocasiones, ni siquiera los usuarios conocen los permisos que están otorgando a las redes sociales que utilizan, pues lo común suele ser aceptar las condiciones de uso de las aplicaciones o páginas web sin ni siquiera molestarse en leerlas. Por ello, algunos de estos usuarios desconocen las políticas de tratamiento de los datos personales que facilitan a las plataformas que utilizan. A ese desconocimiento se suma la falta de medidas realmente seguras para la custodia de esos datos que las empresas hacen, y los pocos escrúpulos de algunas empresas, y nos hallamos ante un cóctel explosivo en el que no sabemos dónde pueden acabar nuestros datos ni para que fines se van a utilizar.
El caso más reciente ha sido el escándalo que ha salpicado a Facebook, a raíz del robo de datos de 87 millones de usuarios por Cambridge Analytica. De todos ellos se estima que unos 137.000 eran usuarios españoles. Al parecer estos datos se utilizaron para manipular la intención de voto en las últimas elecciones presidenciales estadounidenses.
Todo esto nos hace plantearnos, ¿hasta dónde pueden llegar los datos personales que cedemos a Facebook? Pues, como decían ToyStory, hasta el infinito y más allá. Los permisos que la aplicación obtiene con la apertura de la cuenta son tan amplios, y en ocasiones tan vagos, que permiten a la plataforma ceder nuestros datos a miles de terceras empresas que se los soliciten. Básicamente, la plataforma no tiene realmente unos límites definidos en cuanto a protección de datos. Y el hecho de tratarse de una empresa con sede en los Estados Unidos no ayuda a que se clarifiquen los límites, como sí ha pasado con las legislaciones europeas, como el nuevo Reglamento Europeo de Datos.
Pero no sólo se trata de los datos que nosotros voluntaria y específicamente cedemos, sino que con nuestro uso diario facilitamos muchos otros datos de los que ni siquiera somos conscientes. La aplicación detecta nuestros horarios de uso, con lo que puede establecer nuestras rutinas, a qué hora compartimos fotografías, dónde nos encontramos, cuáles son nuestras preferencias de ocio, e incluso puede llegar a establecer nuestros gustos personales en moda u otras cuestiones en base a las páginas de las que somos fan o los contenidos a los que damos "me gusta". Un gran "paquete" de datos personales que puede dar un poder enorme a la persona que lo posea.
En teoría, como empresa que opera en España, y otros países europeos, debe de estar sometida a esta legislación, y en base a ello la Agencia Española de Protección de Datos le ha abierto desde agosto ya varios expedientes, acumulando ya más de un millón y medio de euros, además de haber abierto nuevas investigaciones por este último escándalo. Pero parece que a la compañía le resulta mucho más rentable seguir incumpliendo las leyes y pagar multas que realmente preocuparse por la seguridad de sus usuarios.