El impuesto al sol podría desaparecer definitivamente

En nuestro artículo de hoy queremos hablar sobre el misterioso "impuesto al sol", sí, misterioso porque el Real Decreto 900/2015, de 9 de octubre, por el que se regulan las condiciones administrativas, técnicas y económicas de las modalidades de suministro de energía eléctrica con autoconsumo y de producción con autoconsumo nunca ha llegado a desarrollarse mediante el necesario Reglamento, y por tanto, tampoco se ha aplicado ni ha recaudado un solo euro.

Para que nos entendamos, un Real Decreto es como una lámpara que por sí sola no puede encenderse, y necesita que se le conecte a la red eléctrica para dar luz, el enchufe de la lámpara es el Reglamento. Siguiendo el ejemplo dado, la lámpara sería el Real decreto, que está en vigencia y en condiciones de funcionar, pero como no se le ha puesto un enchufe (Reglamento) no se ha podido conectar, o aplicar, hasta el momento.

El hecho de que el Gobierno en funciones, no haya aprobado un Reglamento de aplicación ha de sumarse a que el Partido Popular en sus negociaciones con Ciudadanos para el pacto de Gobierno incluyó la revisión de esta norma para eliminar los obstáculos y dificultades que el mismo pudiera plantear a un autoconsumo eficiente. El interés de la formación naranja está en la tónica de apostar por las energías renovables y limitar el consumo de hidrocarburos y gases que contribuyen a agravar el problema del efecto invernadero y el calentamiento global. No sólo esta formación está interesada en la eliminación de esta norma, sino que también en las negociaciones que existieron entre PSOE y Podemos se incluía un punto similar. Por ello, dado el compromiso de al parecer la mayoría de grupos parlamentarios con la eliminación de esta norma, se piensa que los días del coloquialmente denominado impuesto al sol, puedan estar contados, ya que la composición actual de la Cámara del Congreso hace más fácil la presión al nuevo Gobierno para que lo elimine.

Como conclusión, podemos decir que esta puede llegar a ser como una norma fantasma, que nunca se ha aplicado, y que desaparecerá sin siquiera haber tenido un desarrollo normativo, y por supuesto, con recaudación cero. Si se consigue su derogación se tratará finalmente de una victoria para todos aquellos que consideramos que un mundo más sostenible es posible sin ver nuestra calidad de vida afectada.